LOS COMIENZOS
Miércoles 30 de mayo de 2017, tres personas, compañeras de muchas luchas y emociones tienen una conversación de unos pocos minutos en la Plaza de Tirso de Molina de Madrid. Freke, Dani y Ana acuerdan reunirse para intentar impulsar un proyecto de comunidad igualitaria. Se dan las condiciones para que un proyecto así pueda tener éxito. En Madrid ya existe un importante tejido asociativo en torno a una nueva economía basada en la igualdad, productores/as y consumidores/as, monedas sociales, comunidades de intercambio… algo que hace solo unos pocos años no existía. Y un cambio en la mentalidad de la gente, harta de vivir en el sistema de explotación capitalista, que está apostando con fuerza (independientemente de cómo lo llamen), por los valores libertarios de horizontalidad, asamblearismo, autogestión. Se dan las condiciones y decidimos dar un paso más, involucrando el último aspecto de la vida que falta en estos ensayos de la nueva sociedad: la convivencia.
El 7 de julio realizamos la primera asamblea, en la que se sientan las bases principales de lo que imaginamos: comunidad en los alrededores de Madrid, número mínimo de 20 personas, modelo de viviendas personales con espacios comunes, vinculación con las luchas sociales, y toma de decisiones exclusivamente por consenso.
Acordamos iniciar una fase de investigación de proyectos similares, especialmente en Cataluña.
En las siguientes asambleas (26/7 y 8/9) decidimos hacer un plan de viabilidad y un plan de promoción del proyecto para buscar personas y financiación. Una persona más, Laura, se ha unido al grupo. Continuamos definiendo acuerdos básicos y empezamos a debatir la cuestión de la economía comunitaria. Para que una comunidad practique realmente la igualdad debe abordar la cuestión de la colectivización del producto del trabajo, de forma que cada persona aporte lo que pueda y reciba lo que necesite. Decidir la forma exacta de esta colectivización nos llevará sin duda muchos debates. Poco a poco vamos descubriendo, aprendiendo de otros proyectos y también inventando. Sabemos que la única medida igualitaria del trabajo es el tiempo, y en base a ello decidiremos cómo se puede aportar tanto el dinero como el esfuerzo necesario para sacarlo adelante.
Acordamos también que quien quiera aportar esfuerzo y trabajar por el proyecto, aunque no desee vivir en la futura comunidad, podrá hacerlo a través de una Asamblea Participativa.
Aún no queremos abrir el proyecto a más gente porque queremos presentarles algo bastante elaborado, y de momento es más operativo ser pocos/as.