SALDO DEL OTOÑO 2018 (A 20 DE NOVIEMBRE)
Entramos en septiembre al abordaje, con el vértigo infantil de quien empieza un nuevo curso.
Octubre es un mes peligroso: es fácil contraer la gripe o una monotonía, esa ordenación patológica de la vida en torno al horario laboral. Pero no tuvimos que lamentar bajas, afortunadamente.
A 20 de noviembre (¡que la tierra te sea leve, compañero Durruti!) el saldo de este trimestre otoñal es el siguiente:
-Hemos publicado nuestra web (hasta ahora, la estábamos construyendo en la intimidad).
-Hemos fundado “Estudio Hebra”, un taller experimental de conversión del trabajo en juego. Esta iniciativa está inspirada en una ponencia que se aprobó en nuestra Asamblea de octubre y en la que se decían cosas tan cabales como:
La piedra filosofal de la revolución es la conversión del trabajo en juego. Todos los teóricos del socialismo la han buscado alguna vez. Sus fórmulas, sin embargo, rara vez pasan la prueba de la realidad y los pocos ensayos históricos conocidos han sido fracasos más o menos sonados. Irónicamente, el origen de sus errores puede encontrarse en que han sido trabajadores de la investigación antes que jugadores. Pensar sin hacer y hacer sin pensar son excesos que aparecen como efectos secundarios de la división de la actividad intelectual y física que caracteriza al trabajo (y lo perpetúa). En el juego combinatorio del cerebro y de las manos, sin embargo, que una vez fue clave en la evolución del homo sapiens, la teoría es inseparable de la práctica. Es una teoría de la práctica y una práctica de la teoría. Este es el círculo virtuoso en el que nos interesa caer[1].
-Hemos iniciado “La Huerta de Hebra”. Copiamos retazos del primer informe de este asombroso proyecto coordinado por las compañeras Marta y Alberto:
Hoy, por fin, hemos hecho la primera siembra de «La Huerta de Hebra». Una vez que las lluvias de estos días nos han dado una tregua, el tempero nos lo ha permitido y la luna ha empezado a decrecer, hemos sembrado los ajos, ajetes y habas.
[…] El tempero, según la gente de campo, es el estado idóneo de la tierra para poder meter el cultivo pertinente en el momento adecuado o para poder realizar una labor concreta.
Es decir, que dependiendo de lo que queramos sembrar, plantar o de la labor que queramos hacer a veces necesitaremos que la tierra esté un poco más húmeda, otras veces un poco más seca y casi siempre que esté suelta (que no tenga grandes terruños, sobre todo para que a las semillas no les cueste salir, los plantones suelen ser más vigorosos).
[…] En cuanto al tema de la luna, pues más de lo mismo. Dice la gente de campo que si tú metes los dientes de los ajos en la tierra (lo que es sembrar ajos de toda la vida) en luna creciente, dichos ajos, por atracción de esta, tienden a salirse de dicha tierra. Pues, aunque nos parezca un fenómeno parecido al de los muertos vivientes que salen de sus tumbas, es totalmente cierto. Y como a los compis de aquí de Perales les ha pasado alguna vez y a mí me daba mal rollo acercarme un día a la huerta y ver a todos los ajos desfilando con ojos de muerto, esperamos a que la luna empezara a decrecer.
Por cierto, este fenómeno parece ser que solo se da con los dientes de ajos, con ninguna otra semilla más, lo dicho, el campo y sus misterios.
[1] En el recorrido de un círculo virtuoso, en contraposición a la dinámica negativa de los círculos viciosos, una vuelta entera es un ciclo que sirve para implementar el siguiente ciclo.