En este momento en el que se comete un genocidio en Palestina, y en otros lugares del mundo, el cambio climático nos acecha y vemos como este sistema avanza hacia su irremediable destrucción, el primer fin de semana de abril pudimos encontrar refugio en un bello y pequeño pueblo segoviano llamado Lastras de Cuéllar.
Al son de los cantos de aviones y golondrinas recién migradas, los abrazos fueron rosa de los vientos en la mañana del sábado. Poco a poco fuimos llegando, les que pudimos ir ese fin de semana, a la casa de los familiares de un compañero que nos cedieron amablemente y que se convirtió en cobijo ensoñador de planes presentes y futuros, esperamos muy cercanos, de lo que es y será Hebra comunidad a unos cuantos kilómetros de allí.
Después de ponernos al día sobre nuestras vidas, pudimos compartir una comida riquísima cocinada en nuestras casas, estamos segures de que en Hebra vamos a comer fenomenal porque hay grandes cocineres entre nosotres. Esta comida estuvo precedida de un refrescante pisco sour traído directamente de Perú por un compañero que pasa largas temporadas en Abya Yala.
Pero la gran sorpresa del fin de semana no fue la comida, sino la gran noticia que llegó como la tan esperada lluvia: vamos a ser une más, una pequeña vida está brotando dentro de una compañera. Su próxima llegada nos ha llenado de alegría e ilusión, te esperamos con los brazos y el corazón abiertos. La familia de Hebra se agranda y hace que nuestro proyecto enraíce más fuerte.
Después de una larga sobremesa, algunes se fueron a dar un paseo por el pueblo y a tomar un café al bar y otres se fueron a echar la siesta porque, no hay mayor placer que una buena siesta luego de tantas emociones.
Tras el café nos dimos un paseo por el pueblo y nuestro compañero nos enseñó una pintoresca bodega en la que admiramos los aperos habituales del trabajo en el campo del siglo pasado.
A la tarde le siguió una cena riquísima con la que nos deleitamos en la noche, con mini recital de poesía incluido. Y como una buena cena no está nunca completa sin debates y charlas, disfrutamos de ellas hasta la madrugada.
El domingo vino acompañado de la ansiada lluvia, poco a poco la casa fue llenándose de vida y de música. Tras el desayuno unos cuantos compañeros improvisaron varias canciones, acompañadas a la percusión por las personas que quisieron unirse. Como hemos podido comprobar, Hebra es morada de artistas de diferentes disciplinas y es que el arte es inseparable de la transformación social.
El fin de semana estaba a punto de finalizar, no sin antes compartir un rico arroz con verduras cocinado entre todos y todas con mucho cuidado y cariño.
El punto final de los días de hermanamiento y convivencia lo puso un pequeño paseo, al cuidado de la lluvia, a orillas del Cega que nos emocionó con un paisaje verdaderamente exultante y con los cantos de unas cuantas especies de pajarillos que anidan por allí.
Fueron breves los días que pudimos tocar con las yemas de los dedos lo que vamos a vivir cuando encontremos un lugar que habitar, pero sabemos que el futuro del proyecto es esperanzador y ciertamente, muy divertido.