Miles de personas participamos el pasado sábado 23 de febrero en una marcha en apoyo al grupo de repobladores de Fraguas condenados a 1 año y 9 meses de cárcel cada uno y a una multa de más de 16 800 euros por reconstruir este pueblo abandonado de la Sierra Norte de Guadalajara. La sentencia dictada contra ellos les condena igualmente a costear la demolición de lo que han construido, valorada en 27 000 euros.
Desde la calle hemos querido dar un apoyo firme y rotundo a estos compañeros en su lucha contra una sentencia injusta, así como visibilizar un rechazo sin ambages a la represión estatal que persigue cualquier forma de expresión libre que no se amolde a sus deleznables normas e intereses.
A la espera de un “diálogo” como vía para evitar la demolición del proyecto y en medio de la incertidumbre en la que suponemos se encuentran los seis compañeros —ante la imposibilidad de presentar recurso ante el Tribunal Supremo, el colectivo está a la espera de que se admita a trámite el recurso de amparo que han presentado ante el Tribunal Constitucional— el sábado, la respuesta de la calle fue inapelable y hacerles sentir que no están solos y que cuentan con todo nuestro apoyo y solidaridad era lo mínimo que podíamos hacer.
La rehabilitación y reconstrucción del medio rural y la repoblación de áreas abandonadas solo tienen el respaldo del Estado cuando responden a intereses económicos propios y suponen la musealización y turistificación de los pueblos, la promoción urbanística y la depredación del medio ambiente. En el caso de Fraguas, la apuesta del colectivo por un modo de vida alternativo que busca recuperar la tierra y autogestionarse no gusta ni al gobierno de Castilla-La Mancha, ni al Estado ni a la justicia pero cuenta felizmente con el apoyo de los habitantes originarios de la aldea, militantes y gente corriente.
Tras una rueda de prensa en la Plaza de Tirso de Molina, la manifestación transcurrió por la calle Atocha y finalizó frente al ministerio de Agricultura. Posteriormente tuvo lugar en el centro social “La ingobernable” una comida popular, seguida de charlas y actuaciones para recaudar fondos en apoyo al colectivo.
¡Larga vida a la resistencia rural!