Hebra es una comunidad en lucha. No es sólo una cuestión de dignidad, es también una medida pragmática, de estricta supervivencia. La lucha es literalmente nuestro único camino. Ninguna Comunidad libre basada en el retiro (o la retirada) perduró ni fue significativa. Está comprobado que los experimentos de comunidades que sólo pretenden evadirse acaban muriendo de la peor manera: en la intrascendencia, de aburrimiento. Y ya sabemos por el método científico que quien repite experimentos está condenado a repetir resultados.
A la socialización de los medios de producción, la reivindicación clásica del socialismo revolucionario del siglo XIX, le falta un hervor. Está poco hecha para el paladar evolucionado del siglo XXI. La Autogestión que nos gusta ahora es irreductible, no se ciñe al recinto de la fábrica ni a ningún sector de la actividad industrial. Mientras las socializaciones transcurran sobre el escenario de la Economía, aisladas del resto de nuestras acciones cotidianas, serán acciones parciales, insuficientes. En la sociedad nueva para la que nos estamos preparando no habrá economía extraviada de la justicia, ni justicia escindida de la libertad, ni libertad sin cultura, ni cultura sin amor. Subordinar todos los aspectos de la realidad social a uno cualquiera de ellos implica una tentativa de estafa, especialmente cuando el aspecto que prima sobre los demás es el económico. Por eso el conflicto entre el capital y el trabajo benefició desde el primer día al capitalismo, porque es una fragmentación interesada del conflicto entre el capital y la vida, del que se quiere desviar nuestra atención a toda costa.
Desconfiamos instintivamente de quienes nos proponen el parcelamiento de nuestros asuntos. Detrás de la división del trabajo intelectual está maniobrando sigilosamente el trabajo intelectual de la división[1]. La mercancía se caracteriza por ser enajenable, es decir, separable de nosotras. Y el capitalismo es el sistema de la división permanente porque todo lo transforma en mercancía. Ya no podemos ser parte de lo que hemos vendido. Nos hemos expulsado de la naturaleza. La obra está extirpada de la vida, hasta el extremo de que para la mayoría de nosotras el trabajo representa una interrupción temporal de la existencia. Las asalariadas llegan incluso a disociar mente y cuerpo, convertidas en mercancía enajenable de sí mismas. Somos seres profundamente mutilados. En estas circunstancias, nos parece evidente que un proceso revolucionario mínimamente encarrilado es, entre otras cosas, un proceso de reunificación de las luchas que ahora están desperdigadas.
¿Cómo se concretará esta reunificación de las luchas en Hebra? Hemos empezado constituyendo una Asamblea periódica dedicada exclusivamente a las luchas en que cada una de nosotras estemos involucradas: acción social, pedagogía, acción económica, anarcosindicalismo, feminismo, antiespecismo, ecologismo, etc. La hemos llamado “Asamblea combativa”. Los objetivos de esta Asamblea son, de momento:
a) Poner en común nuestras luchas particulares. Explicarlas. Compartir información. Hacerlas visibles.
b) Interconectarlas con las luchas de las demás. Buscar conexiones, partiendo de la conexión más elemental: el apoyo mutuo.
c) Propiciar relaciones con todo tipo de colectivos y organizaciones revolucionarias, tanto con las que mantienen luchas específicas como integrales, con especial atención a éstas últimas. Participar en el tejido combativo local y regional e impulsar redes solidarias internacionales.
d) Mantener actualizada, ordenada y limpia esta sección desplegable de nuestra web.
[1] Guy Debord, “La Sociedad del Espectáculo”. 1967.